17 de mayo de 2013

Sobre tuercas y tornillos

Era una tarde de 2010. Hacía días que las cosas no iban bien. Agobio, presión. Sí, habían hecho bien en dejarlo. Quizá algún día volviera a surgir la chispa que reavivase la relación... Pero era mejor así.

Y las entradas de aquel concierto al que iban a ir juntos esa noche seguían ahí, encima de la mesa, esperando a saber cuál sería su destino después de la ruptura. Aquel grupo que él le descubrió y ese componente amigo de él que hoy ella iba a conocer después de tantas conversaciones por whatsapp.

"Yo no voy a ir, tú haz lo que quieras", había dicho él. "No voy a perder la oportunidad", pensó ella.

Así que decidió ir y disfrutar sin él del concierto. "Espero que, al menos, ese chico con el que he estado hablando tanto tiempo sea el cantante, que es el más guapo".

(Y así fue. Aunque este dato tampoco tenga demasiada importancia.)

Después del concierto habían quedado a cenar. Él tampoco apareció y ella siguió queriendo olvidarse de él al menos esa noche.

Y entonces ocurrió. Como en las películas. Algo cayó al suelo mientras ella y un nuevo él hablaban durante la cena. Los dos se agacharon a ver qué había sido y sus cabezas chocaron ligeramente. Mirada y sonrisa avergonzada. Y allí estaban... un tornillo y una tuerca.

"Tú te quedarás el tornillo y yo seré la tuerca que lo complementa", propuso ella y aceptó el nuevo él.

Y, desde entonces, comenzaron a valorar las pequeñas cosas...

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